El factor ruido

Hace unos días estaba en la reunión de planificación de lanzamiento de un nuevo software cuando en un momento determinado el director dijo:
«ahora vamos a hacer ruido»
Es curioso que no dijo: «ahora vamos a visitar a los clientes» o «ahora vamos a vender el producto». Sino que de alguna manera creía que el factor mediático era más importante que el factor comercial.
El sector de la tecnología cada vez se parece más a Gran Hermano, un espectáculo donde los CEOs se afanan en acaparar titulares de prensa y protagonizar keynotes. Y la innovación se ha substituido por el buzz y por las vueltas de tuerca a los modelos de negocio.
Uno de los grandes maestros de esta técnica es por ejemplo Jonathan Schwartz, el CEO de Sun. Donde a falta de invenciones disruptivas como las de Bill Joy, Andy Bechtolsheim o James Gosling, se especializan en explotar frases pomposas con escaso beneficio operativo a fin de año.
Y no nos engañemos, el buzz importa, sobre todo si lo que pretendes es montar una compañía en plan fast track para venderla por un pastizal antes de 4 años.
De hecho, el buzz siempre ha importado, sólo que en la era pre-internet estaba monopolizado por las empresas como Ovum o Gartner. Y ahora se ha democratizado en la blogosfera, que es más imparcial y también bastante más ingenua de lo que son los analistas de tecnología.
Lo malo del buzz es que llega rápido (a veces antes de lo que esperas) y se va pronto (siempre antes de lo que desearías).
A Google ya la andan criticando por la sangrante compra de YouTube esos necios impacientes que no saben ver el potencial que tiene como plataforma de difusión publicitaria y mediática y sólo ven preocupados cómo la competencia trata de alcanzarles a golpe de talonario antes de que sea demasiado tarde.
¿Y quién habla ya de Skype tras su compra por eBay?
Hasta Microsoft ha sucumbido con Windows Vista. ¿Qué no se entiende de dónde se han sacado ese engendro? Pues muy fácil: algo tenían que hacer para permanecer en el candelero, o los usuarios, a fuerza de acostumbrarse a ver el mismo sistema operativo preinstalado, podrían llegar a considerarlo algo tan natural como la luz, y, por consiguiente, susceptible de ser facilmente reemplazado.
El lado bueno del buzz es que es algo bastante socialista y democrático y hasta divertido: cualquier chiflado hablando de ordas de naves espaciales que vendrán de Raticulín puede conseguir sus 15 minutos de gloria.

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